Charles Jordan y la chica de la playa - Capítulo 1
CAPÍTULO 1
EL ENCUENTRO
Charles Jordan es un ex investigador del
departamento de Policía de Los Ángeles, ahora, luego de la muerta de su padre, es
un millonario heredero de una reconocida compañía de transporte de carga y
encomiendas nacional e internacional, de nombre comercial “SilverStar” con sede
en las principales ciudades capitales de los Estados Unidos y Europa. Es un hombre muy elegante, inteligente,
soltero, amable, considerado, entrado en
sus 40, que pasa muy poco tiempo en un solo sitio. A causa de su trabajo ha logrado cultivar muy
buenas relaciones personales en muchos círculos sociales y políticos. Quienes lo conocen acostumbran llamarlo
CJ. En la actualidad se encuentra
descansando en su mansión de Fort Lauderdale. Una mansión construida en una
especie de pequeña colina que se caracteriza por su acentuado color blanco en
las paredes y sus enormes y deslumbrantes vidrios azules en las ventanas.
Ubicada en uno de los sectores privilegiados de las afueras de la ciudad y
frente al mar, goza de una vista
panorámica de la playa de estilo tropical, con aguas cristalinas de color azul
verdoso y arena blanca, a la cual tiene acceso desde su mansión por una escalera
de piedras que termina en un hermoso jardín inferior con flores de varios tipos
que requieren del cuidado y mantenimiento de un jardinero especialista como el señor Antonio Morales, un hombre de unos 45
años, de origen latino, específicamente mexicano, bajo de estatura y contextura
delgada que vivió desde pequeño en la granja de su padre y aprendió de él todo
lo relacionado al cuidado de las plantas, vive en un anexo de la mansión
construido especialmente para el personal.
El jardín
inferior posee una caminería serpenteante hecha de piedras que desemboca suavemente
en la playa.
El señor
Jordan es un fanático de la cultura física, a tal punto que la desarrolla de
forma integral como una disciplina, posee su propio gimnasio dentro de la
mansión pero prefiere el ejercicio al aire libre.
Hoy, como
todos los días, sale con rumbo a la playa en compañía de su perro Max, un Husky
siberiano, de aproximadamente 5 años, que rescató de un centro de protección
animal en Miami, en donde había sido abandonado por sus dueños. CJ para ejercitar su cuerpo, todos los días
hace una carrera de tipo trote por la orilla de la playa, de unos 8 kilómetros
de ida y otros 8 kilómetros de vuelta.
Cuando
trota, CJ acostumbra mojar sus pies con las olas de la playa mientras le lanza
una pelota a Max para que la busque y la traiga. Siempre lleva puestos unos
audífonos conectados a su iPod con música para mantener la concentración. Max, como perro al fin, acostumbra adelantarse
al paso de su amo, curioseando en la arena o simplemente corriendo de un lado a
otro.
Ya ha
cumplido con los primeros 8 kilómetros y ha llegado al borde de la playa, ahora
viene de regreso. Se está acercando a su mansión cuando de repente observa que
su perro Max ladra y corre por la orilla
de la playa deteniéndose junto a un cuerpo que se encuentra inmóvil, que está siendo golpeado por las olas de la
playa. CJ apresura la marcha y se acerca
al cuerpo. Al llegar, descubre que se trata de una mujer joven con
un fuerte golpe sangrante en la cabeza pero que aún tiene pulso y respira muy
débil. Rápidamente le hace señas a uno
de los empleados de seguridad que ya se acercaba a la carrera, para que le
ayude a cargar a la mujer y llevarla a la mansión para poder atenderla.
—José, ayúdame a llevarla a la casa —dice a su
empleado.
El
empleado, un joven latino, de cabello liso negro, de unos 30 años y contextura
atlética, carga a la mujer en sus brazos sin mediar palabras y junto a CJ corre
por la arena hacia la mansión, atraviesa el jardín inferior y por la caminería
llega a la escalera que la sube en un dos por tres.
Una vez
dentro de la mansión, CJ muy preocupado por la salud de la joven, da
instrucciones a José.
—José, llévela a la habitación de invitados.
—Sí señor —responde
José.
De
inmediato se dirige a Margot, una mujer de mediana edad de origen latino al
igual que José y Antonio, de cabellera negra y larga, que hace las funciones de
Ama de Llaves, que notó lo que estaba ocurriendo y se acercó apresuradamente.
—Margot, llame de inmediato al doctor Stevenson, que
venga de urgencia.
—Sí señor
—responde eficientemente Margot.
CJ sube
por las escaleras de la mansión hacia la planta superior y se dirige a la
habitación de invitados donde encuentra a la mujer que ya ha sido acostada en
la cama por José, desmayada y con la cabeza sangrando.
—Margot —grita CJ— Traiga el botiquín de primeros
auxilios, rápido.
—Ya lo llevo señor
—responde Margot.
Al cabo de
unos minutos llega Margot con el botiquín, lo abre y empieza a limpiar la
herida de la cabeza de la mujer con un algodón y alcohol.
—¿Llamó al doctor Stevenson? —pregunta CJ.
—Sí señor
—responde Margot— dijo que está cerca y que vendrá de inmediato.
—Bien, iré a esperarlo abajo, mientras, busque algo
de ropa seca que ponerle y ayúdela en lo que pueda.
—Sí señor.
CJ sale de la habitación y se dirige a la sala de la
mansión a esperar al doctor.
—José, cuando llegue el doctor, hágalo pasar de
inmediato.
Poco tiempo ha pasado cuando suena el timbre de la
mansión y José se dirige a abrir la puerta.
De regreso dice:
—Señor ha llegado el doctor.
Levantándose de la silla en donde se encontraba sentado, CJ se dirige a
la entrada de la sala donde se encuentra de pie el doctor Michael Stevenson, un
hombre de baja estatura, un poco regordete, cara rojiza y que acostumbra usar
zapatos casuales de suela blanca y cuya especialidad es la Medicina General
pero que ha demostrado aplicarse muy bien en el tratamiento de cualquier
situación de urgencia.
—Doctor, bienvenido —dice CJ.
—Gracias, estaba cerca y vine de inmediato —explica
el doctor.
—Por favor doctor, venga conmigo.
Apuntando
su mano hacia las escaleras, le indica hacia donde debe dirigirse y este lo
sigue.
Al llegar
a la habitación de invitados, el doctor Stevenson ve a la mujer herida en la
cama y acercándose rápidamente a ella pregunta:
—¿Quién es esta mujer? ¿Qué le ocurrió?
—La encontramos temprano en la orilla de la playa y
estaba desmayada, aún no sabemos quién es ni de dónde vino —dice CJ.
El doctor coloca
su maletín sobre la cama muy cerca de la mujer y mientras lo abre dice.
—Permítanme revisarla.
—Adelante doctor
—replica CJ.
El doctor
le revisa los brazos y las piernas para descartar una fractura, con ayuda de
Margot le dan vuelta y revisan la espalda y por último le chequea el pulso y la
respuesta de las pupilas de los ojos a la luz directa.
—No tiene huesos rotos, solo tiene unos raspones en
la espalda, brazos y piernas, también un fuerte golpe con herida abierta en la
cabeza —dice el doctor.
—¿Y por qué no despierta?
—No sabemos cuánto tiempo estuvo en el agua, se nota
muy deshidratada y es posible que tenga una contusión y por eso se mantenga en
ese estado —dice el doctor —le colocaré una vía con fluido y la dejaremos
descansar y cuando despierte veremos si está bien. De no ser así, tendremos que llevarla a la
clínica para hacerle una tomografía.
—Entonces salgamos todos y dejemos al doctor
trabajar, esperemos a que despierte y nos diga algo—dice CJ.
Todos
salen de la habitación, dejan una lamparita encendida en la mesita de noche y
Margot cierra la puerta con cuidado al salir.
Ya es la hora del almuerzo y CJ ve al doctor
Stevenson que se acerca bajando las escaleras y le pregunta:
—Doctor, ¿Le gustaría almorzar con nosotros?
—Con mucho gusto, estimado amigo —dice el doctor— un
buen almuerzo no se le rechaza a nadie.
—Bien, entonces… Margot, ponga otro plato en la
mesa, el doctor nos acompañará a almorzar.
Ambos se
dirigen a la mesa del comedor y toman asiento. Margot trae de la cocina una
bandeja y empieza a servir.
—Hoy hice un estofado de carnero que me quedó
espectacular —dice Margot al servirle al doctor.
—Oh Margot, tu comida siempre es espectacular —replica el doctor.
—Por eso no dejo que se vaya a su pueblo —dice CJ de
manera jocosa.
—Señor… yo no voy a mi pueblo porque ya no me queda
nadie allá —replica Margot— toda mi
familia ha muerto y eran tan pobres que no dejaron ninguna propiedad.
Así
continúa el almuerzo y al terminar CJ invita al doctor a tomar el café en la
terraza. Están disfrutando de la brisa
marina y el paisaje cuando de repente entra a la terraza Margot, muy agitada.
—Señor CJ, la joven ha despertado.
—Vamos doctor, veamos si nos dice algo.
—Sí, vamos.
Al llegar
a la habitación, ven a la joven acostada con los ojos abiertos pero sin decir
nada. El doctor se acerca y ve que ya se
acabó la bolsa de suero que le había colocado y decide retirarla.
—Hola señorita, ¿Puede decirnos que le pasó? —pregunta CJ.
La joven lo
mira, pero parece no estar en este mundo.
El doctor nota que no responde a las preguntas y se acerca a la cara de
la joven y apuntándole la luz de su linterna a los ojos expresa:
—La contusión persiste, despertó pero aún no ha
recobrado la conciencia, hay que dejarla que ella misma se recupere y se dé
cuenta que está a salvo.
—Y ¿mientras tanto qué hacemos? —pregunta CJ.
—Lo mejor será sedarla y hacerla dormir hasta mañana
para que recupere sus fuerzas —dice el doctor— me preocupa el tiempo que pudo
haber estado en el agua.
Dicho
esto, el doctor abre su maletín y saca una ampolla de un tranquilizante y con
una jeringa la aplica en el brazo de la joven que no responde ni al piquete de
la aguja.
—Listo, salgamos y esperemos —dice el doctor.
Todos
salen de la habitación y cierran nuevamente la puerta. Al bajar las escaleras, el doctor mira la hora
en su reloj y se percata de lo tarde que es.
—Ya es tarde, debo irme —dice el doctor— estaré pendiente
para cualquier emergencia.
—Si doctor, esperemos que despierte mejor y pueda
decirnos algo —dice CJ.
Ya es la
mañana y CJ ha regresado de su carrera habitual de 16 kilómetros. Entra a la
mansión y Margot lo está esperando.
—Señor CJ, ya el desayuno está servido.
—Bien Margot, gracias, me doy un baño y vengo.
Ya después
de refrescarse con un baño y cambiarse la ropa, CJ baja al comedor y se acerca
a la mesa para desayunar. Margot le
sirve un poco de huevos revueltos en el plato cuando de repente entre al
comedor la joven rescatada. Una joven de
piel blanca, alta, delgada, cabellera larga de color castaño, ojos verdes y de
unos 28 años. Viene caminando descalza y trae puesto una bata floreada que le
puso Margot el día anterior. Se detiene
en la entrada del comedor al verlos y con una mirada de asombro pregunta.
—¿En dónde estoy?
CJ y
Margot se quedan inmóviles y se miran mutuamente con asombro
—Estás en mi casa
—responde CJ— no tienes nada que temer.
—¿Quiénes son ustedes?
—Yo soy Charles Jordan, dueño de esta casa, puedes
llamarme CJ y ella es Margot, mi ama de llaves y que te ayudará en lo que
necesites —dice CJ— ¿Puedes decirnos quien eres tú?
La joven
mira a todos lados pero no responde a las preguntas de CJ.
—¿Recuerdas algo de lo que te pasó? —vuelve a
preguntar CJ.
El
silencio se hace palpable por un momento hasta que por fin la joven responde.
—No sé quién soy, no recuerdo nada, no sé cómo
llegué aquí.
—No te preocupes, estás entre amigos, te rescatamos
ayer de la playa y tienes un fuerte golpe en la cabeza, quizá por eso no
recuerdas nada. Llamaremos al doctor
Stevenson nuevamente para que venga a verte hoy —dice CJ.
La joven
se queda de pie en la entrada del comedor mirando a todos lados como buscando
las respuestas mientras se toca la cabeza en el lugar donde tiene la herida.
—Debes de tener hambre —dice CJ— ven y siéntate…
come algo.
—Sí, ven, te voy a servir para que comas —dice
Margot.
La joven
con mucho temor se acerca a la mesa y se sienta en una silla y Margot le
alcanza un plato.
—¿Quieres comer huevos y jamón? o ¿prefieres
frutas? —pregunta Margot.
La joven
no responde y solo mira los alimentos en la mesa.
—Bien te voy a servir un poco de todo y tú comes lo
que quieras, ¿Está bien? —Le dice Margot.
En la
tarde, llega el doctor a la mansión y es recibido por José que se encuentra en
la entrada lavando el auto.
—Buenas tardes doctor… pase adelante, lo están
esperando —dice José.
El doctor
da las gracias a José y entra a la casa por la puerta de en frente y camina
hacia la sala. En la sala lo están
esperando CJ y la joven rescatada que aún no recuerda nada y tampoco habla
mucho.
—Buenas tardes CJ, ¿Cómo se encuentra hoy nuestra
paciente? —haciendo referencia a la joven que se encuentra sentada en una de
las butacas de la sala.
—Como puede ver doctor, ya se despertó pero no
recuerda nada —dice CJ.
—Eso es normal en muchos casos, todo depende del
tipo de trauma que haya sufrido —explica el doctor— déjame revisarte.
El doctor
le revisa las heridas y luego se sienta a conversar con la joven. Ella le
explica que no recuerda nada antes de esta mañana cuando despertó. Luego de una larga charla con ella, el doctor
confirma su diagnóstico.
—Como les dije al principio, es normal que ella
padezca una amnesia temporal de tipo postraumática, luego de un golpe tan
fuerte como el que sufrió y sin contar la angustia del tiempo que pudo haber
pasado tratando de no ahogarse.
—¿Y entonces? ¿Cuándo cree usted que recupere la
memoria? —pregunta CJ.
—Amigo mío, eso es muy difícil de determinar —dice
el doctor— Con frecuencia la memoria regresa sola tras sufrir algún tipo de
shock que desencadene el regreso de los recuerdos, en otros casos, la memoria
regresa paulatinamente con el tiempo.
—¿Entonces solo debemos esperar? —pregunta CJ.
—Si. No hay otra forma —dice el doctor— pero yo te
recomendaría que le avisaras a la policía por si hay familiares buscándola y
así te libras de un problema.
—No. No avisaré a la policía porque no sabemos
exactamente las condiciones previas que forzaron su llegada a la playa.
Esperaremos a que ella se recobre y decida que quiere hacer —dice CJ.
—Bien amigo mío, tú sabes lo que haces —replica el doctor.
—Por ahora se quedará aquí bajo nuestro cuidado y
protección —dice CJ.
El doctor
se levanta de la silla, se despide de todos y se retira de la mansión.
—José, acompañe al doctor hasta su auto —dice CJ.
—Sí señor
—responde José.
—Margot —llama CJ.
—¿Si señor?
—responde Margot apersonándose en la sala.
—Margot, necesito que mañana vayas a las tiendas y
compres lo que necesite la joven, no puede permanecer así como está.
CJ se
dirige a la joven y de dice:
—¿Cómo vamos a llamarte mientras recobras la
memoria? Necesitamos llamarte de alguna
forma.
—Señor… por qué no la llamamos Miranda, como la
sirena de la película —pregunta Margot—
al final, ella también vino del mar.
—Tienes
razón Margot —dice CJ— además es un bonito nombre… te llamaremos Miranda.
La joven
entiende que está entre amigos y con una sonrisa acepta el nombre que le acaban
de dar.
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