Charles Jordan y la trata de blanca - Capítulo 1
CAPÍTULO 1
EL CAUTIVERIAO
Daniela y Valentina López, dos hermosas hermanas, morenas, de cabello
color negro y ojos almendrados con la figura y los cuerpos que caracteriza a
las mujeres de Cartagena de Indias en Colombia, se disponen hoy muy temprano a
salir de su residencia ubicada en la calle de La Soledad en pleno centro
histórico de Cartagena, en donde se pueden encontrar los edificios y casas más
viejas de la ciudad que se caracterizan por preservar la arquitectura colonial,
con sus colores llamativos y sus puertas y ventanales altos, con balcones
decorados con plantas florales colgantes que exhiben sus colores y compiten
entre sí, su gente alegre y bulliciosa que mientras caminan a lo largo de la
calle se van saludando por su nombre.
Daniela de 18 años y
Valentina de 16, se dirigen a la parada de autobús para tomar uno que les
llevará hasta la población de Pasacaballos.
Cuando llegan a la parada logran alcanzar un autobús que está por salir
y lo abordan. Las hermanas van muy
contentas porque están logrando un buen tiempo de viaje pero aún les
falta. Durante el trayecto, que duró
algo más de una hora, conversaron sobre sus amigas que en este momento ya
deberían estar esperándolas porque se fueron el día anterior.
Al llegar a Pasacaballos, se
bajan del autobús y se dirigen a tomar una moto taxi que las terminará de
llevar hasta su destino en la Isla Barú.
Las hermanas López están acostumbradas a hacer este viaje y se conocen
muy bien los horarios de los servicios así que no tienen mucho problema.
Media hora después han
llegado a Playa Blanca en la Isla de Barú y empiezan a buscar a sus
amigas. Dan un recorrido por la playa
pero no logran ubicarlas y como venían a la playa no trajeron sus teléfonos por
el problema del salitre y la arena.
Luego de varios intentos fallidos por localizar a sus amigas deciden
ubicarse en un sitio y disfrutar de la playa hasta que sea hora de regresar.
Como suele ocurrir siempre,
mientras toman un poco de sol se les acercan un par de jóvenes que dicen ser
turistas y estar hospedados en un hotel de la ciudad y le plantean
conversación.
—Hola, podemos acompañarlas —pregunta uno de los jóvenes.
—No lo creo —responde Daniela.
—Me llamo Raúl y él es José —se presentan los jóvenes.
—Mucho gusto, yo soy Daniela y ella es mi hermana Valentina.
—Perfecto, ¿Podemos invitarlas a tomar algo? —pregunta Raúl.
Al principio las chicas no
estaban muy complacidas por la presencia de los jóvenes pero con su carisma y
ofreciéndoles algunas bebidas logran hacer que los acepten y terminan por sentarse
en la arena junto a ellas.
Para la hora del medio día o
un poco más, los cuatro jóvenes ya parecían haberse hecho amigos y disfrutaban
juntos del agua salada y el sol. Al
llegar las cuatro de la tarde las chicas deciden emprender el regreso y los
jóvenes insisten en que se queden un poco más,
ellas no aceptan porque saben que deben hacer un largo viaje de regreso
y se les puede hacer tarde así que recogen sus cosas y se despiden.
Cuando las dos hermanas llegan a la parada de las moto taxi no
encuentran ninguna y el operador del servicio les dice que la última se había
ido hacia unos minutos pero que quizás llegaba otra en cualquier momento. Las chicas se quedaron esperando por casi
una hora y no llegó ninguna moto taxi.
Justo en ese momento pasan frente a la parada los jóvenes que conocieron
en la playa conduciendo un Jeep CJ7 de color rojo sin techo y se detienen.
Los jóvenes les ofrecen
llevarlas hasta la ciudad sin problemas ya que ellos se dirigen hacia allá para
regresar a su hotel. Las chicas luego
de mucho dudarlo deciden subir al Jeep y los jóvenes emprenden el viaje. Tan pronto salen a la carretera, uno de los
jóvenes le ofrece unas bebidas que compraron a la salida de Playa Blanca y las
chicas las aceptan y la van tomando a medida que el viaje avanza. Cuando van aproximadamente por la mitad del
trayecto, específicamente después de haber pasada la población de Pasacaballos,
las dos chicas empiezan a sentirse mareadas y le piden a los jóvenes que se
detengan pero estos hacen caso omiso de su pedimento y toman rumbo a Santa
Marta.
Algo más de dos horas
después, han llegado a un sitio en las afueras de Santa Marta y las chicas
continúan dormidas. En ese sitio los
esperan dos extranjeros a los que los jóvenes les entregan las chicas.
—Hola Nick, allí tienen a dos nenas lindas y una es menor —dice uno de
los jóvenes.
—Muy buena mercancía, seguramente es una virgen —dice Nick al tiempo
que le entrega un sobre a uno de los jóvenes y este lo abre para
revisarlo. Está lleno de billetes de
100 dólares.
—Perfecto, un gusto hacer negocios con ustedes —dice el joven.
—Ahora váyanse rápido —dice Nick.
Los jóvenes se montan en el
Jeep y se van con rumbo a Cartagena dejando a las chicas en manos de los
extraños.
Al día siguiente cuando las
jóvenes se despiertan se dan cuenta que están amarradas y se encuentran en una
habitación junto a otras chicas en su misma condición. Por la desesperación de verse en esas
condiciones ambas empiezan a gritar pidiendo ayuda y al poco tiempo entra en la
habitación un hombre y dirigiéndose rápidamente a Daniela le da un golpe en la
cara tan fuerte que hace que se desmaye y de inmediato le dice a Valentina:
—Si no te cayas te haré lo mismo a ti.
Esto hace que Valentina deje
de gritar y se acerque a su hermana Daniela para ver cómo está y llamándola en
voz baja mientras trata de darle empujoncitos con el hombro para que se
despierte.
Una media hora después,
Daniela se despierta y Valentina le pregunta:
—Daniela, ¿Cómo estás?
—Estoy bien, pero me duele mucho la cara.
Mirando a las otras chicas,
todas amarradas y que no hacen ningún ruido intentan hablar con ellas y
averiguar en donde se encuentran.
—¿Quiénes son ustedes? —pregunta Daniela.
—Somos jóvenes de Cartagena que hemos sido secuestradas y vendidas a
estos hombres —dice una de las chicas.
—¿Vendidas? Pero ¿Qué quieren de nosotras? —pregunta Daniela.
—Nos van a trasladar a otro sitio para ponernos a trabajar como
esclavas.
—Pero nosotras tenemos familia.
—¿Y qué crees? Ninguna de nosotras es huérfana.
Así pasan dos días,
encerradas y amarradas, sin poder pedir ayuda hasta que a la media noche entra
uno de los extraños a la habitación y les dice que se levanten que ya se
van. Todas obedecen sin discutir y
entre los dos extraños las sacan en fila y las llevan a un pequeño muelle en
donde las obligan a subir a una lancha.
Esa lancha las lleva mar adentro y luego amarran la lancha a un lado de
un gran barco pequero y las obligan a abordarlo. Dentro del barco las llevan a todas inmediatamente
a la parte de abajo que sirve de almacén y las encierran. Allí permanecen por un largo tiempo mientras
el barco zarpa y navega sin que ellas sepan el rumbo.
Al día siguiente, también a
media noche, los extraños hacen que las chicas desembarquen y las llevan a una
choza en donde deberán esperan la llegada de otro barco que las llevará a su
destino final.
A media noche del día
siguiente, las chicas escuchan voces que comentan que se encuentran en Jamaica
en una zona llamada Costa Oeste y que el barco que esperaban está
llegando. Unas tres horas más tarde, el
barco ha llegado y las chicas son rápidamente trasladadas a la bodega del barco
y amarradas. El barco zarpa de
inmediato y toma rumbo desconocido para las chicas.
Después de día y medio de
navegación el barco se detiene pero no hacen que las chicas desembarquen sino
hasta que se hace la media noche y las hacen subir a un camión tipo conteiner
que las traslada hasta una cabaña en medio de un horrible sitio y en donde al
bajarlas les advierten a todas que si intentan escapar sufrirían la suerte de
ser comidas por los cocodrilos o las enormes serpientes que habitan en ese
lugar.
Las chicas son dejadas libres
en esta ocasión para que puedan lavarse y asearse pero siempre bajo la
vigilancia de unos hombres armados que las miran de una forma como que se las
quieren comer.
La situación de las chicas es
tan precaria en ese sitio que la primera comida que les dieron fue de carne de
cocodrilo que uno de los hombres mató y desolló en presencia de ellas, quizás
para demostrarles que lo que les advirtieron al llegar era verdad.
En ese sitio abundaban las
cabezas de cocodrilo en lo que se pudiera llamar el patio de la cabaña y una
enorme cantidad de pieles de serpiente secándose al sol. Todo esto hacia que las chicas se
mantuvieran tranquilas y alejaran de su mente cualquier intento de escapar.
Allí estuvieron poco más de
dos semanas hasta que llegaron dos camiones pequeños tipo cava y ordenaron a
las chicas dividirse en dos grupos y cada grupo subir a uno de los
camiones. Daniela y Valentina no se
separaban para nada y por eso se subieron juntas al mismo. Los camiones arrancaron y se mantuvieron
juntos, uno detrás del otro por un rato hasta que al salir a una especie de
autopista se separaron y cada uno tomo un rumbo distinto.
El camión que llevaba a
Daniela y Valentina se dirigió a una mansión a la que entró luego de tocar la
bocina y que se podía ver que estaba custodiada por hombres armados. Se detuvo frente a la mansión y ordenaron a
las chicas bajarse y formarse una al lado de la otra. Una mujer llegó a verlas y las revisó una
por una deteniéndose frente a Valentina.
—¿Qué edad tiene muchacha? —preguntó la mujer.
—Tengo 16 —respondió Valentina.
—¿Y ya has estado con un hombre?
—No señora.
—Por fin, algo de valor —dice la mujer haciendo un gesto con sus manos
como el de una mosca.
—Son diez señora, si no me necesita me marcho —dice el chofer del
camión.
La mujer le hace un ademan
con la mano en señal de que se puede ir y de inmediato se dirige a las chicas.
—Yo soy la señora de esta casa y me llamo Beatriz, aquí no les va a
faltar nada pero tendrán que trabajar todos los días a menos que estén enfermas. Serán tratadas como unas reinas si se portan
bien y hacen lo que se les pida de lo contrario recibirán un castigo.
La mujer ordena a las chicas
que la sigan e ingresen a la casa. Las
guía por unos grandes salones y suben unas escaleras hasta llegar a un largo
pasillo que tiene una serie de habitaciones a ambos lados, en donde van
ingresando a cada una de las chicas en una habitación. Como Daniela tiene abrazada a Valentina las
ubican juntas en una habitación y luego todas las puertas son cerradas por
fuera.
Ha pasado un día entero y se
acerca la noche cuando se escucha que abren la puerta de la habitación y entra
Beatriz.
—Debes prepararte para trabajar en poco tiempo llegaran los clientes
—le dice Beatriz a Daniela.
Un poco más de una hora
después vuelve a entrar Beatriz y le dice a Valentina que le siga. Abre la puerta de la habitación de enfrente y
la encierra en ella. Regresa con Daniela
y le advierte:
—Prepárate ya viene tu primer cliente, espero lo sepas atender.
La chica no sabe a qué se
refiere Beatriz con lo que dijo y los nervios la tienen casi paralizada. Al poco rato Beatriz regresa y le dice a
Daniela:
—Bien, aquí está tu primer cliente, haz bien tu trabajo.
Entra un hombre a la
habitación y Beatriz sale y cierra la puerta.
El hombre se acerca a Daniela e intenta besarla pero ella corre y se
coloca en el rincón de la habitación muy nerviosa. El hombre viendo que la chica no acepta sus
demostraciones de amor se acerca y la toma violentamente por el cabello y la
tira sobre la cama pero como Daniela forcejea tratando de liberarse, el hombre
aplica la fuerza bruta y la golpea varias veces hasta lograr vencer la resistencia
de la chica y luego tira de la ropa de mala manera hasta hacerla tiras y lograr
dejar el cuerpo de la Daniela completamente al descubierto para luego poseerla
por la fuerza.
En la otra habitación
Valentina escucha los golpes y los gritos de su hermana y no sabe que está
pasando y preocupada solo se deja caer en el piso llorando de impotencia.
Al cabo de unas dos horas
entra Beatriz en la habitación donde se encontraba Valentina y le dice que vaya
a hacerse cargo de su hermana. Cuando
llega donde está Daniela, la encuentra tirada en la cama, desnuda, muy golpeada
y sangrando por la boca y la nariz.
Beatriz le deja una charola con agua y unas toallas y le dice:
—Hazte cargo de ella y que aprenda la lección, aquí si no quieres con
un cliente te va a ir muy mal.
Durante los tres días
siguientes Valentina cuidó de su hermana Daniela hasta que se empezó a sentir
mejor. Al final de ese día Beatriz
entró a la habitación.
—Las vacaciones se te acabaron, esta noche debes trabajar y si no
atiendes bien a los clientes te podría volver a pasar algo parecido.
Esa noche Beatriz volvió a
llevar a Valentina a la habitación de enfrente y la encerró. A Daniela le advirtió que en unos minutos le
traería un cliente y que esperaba se portara bien con él.
Unos minutos más tarde se
abre la puerta de la habitación y Beatriz hace entrar a un hombre y le dice:
—Bueno ya sabes el procedimiento.
Beatriz se retira y cierra la
puerta. En la otra habitación Valentina
preocupada pone la oreja en la puerta para trata de oír algo, pero esta vez no
escucha gritos ni golpes, por eso se pone más nerviosa. Transcurre la noche y Beatriz no fue a
sacarla de la habitación si no ya entrada la madrugada cuando casi salía el sol
y la dejó ir a la habitación de su hermana.
Al entrar vio a Daniela dormida y se acerca con cuidado a
revisarla. Se da cuenta que está
desnuda y arropada pero no tiene golpes y decide acostarse a su lado.
Cuando Daniela despierta, encuentra
a Valentina sentada en la cama que le pregunta que ocurrió en la noche y ella
le cuenta con los ojos llenos de lágrimas que la obligaron a tener sexo con
seis hombres distintos durante toda la noche.
Por la tarde, un poco más
calmadas, las chicas escuchan que un hombre habla con Beatriz en el pasillo de
las habitaciones y este le dice que logró vender a la menor por mucho dinero y
que el cliente vendrá por ella en dos días.
Esto las pone en alerta y muy preocupadas.
—Debemos escapar de aquí —dice Daniela en voz baja.
—Pero ¿Cómo?, estamos encerradas y la casa está vigilada por hombre
armados.
—Tenemos que hacer lo posible por escapar, no importa lo que pase,
prefiero morir intentándolo que quedarme aquí como esclava sexual.
Al día siguiente en la
madrugada, ambas se dirigen al baño y logran abrir una pequeña ventana y
Valentina logra salir primero pero cuando Daniela va a pasar a través de ella
entra una de las otras chicas y ve que Daniela está intentando escapar y
corriendo hacia el pasillo da la voz de alarma y de inmediato uno de los
hombres llega y evita que Daniela salga por la ventana.
Del lado de afuera de la
mansión Valentina escucha lo que está ocurriendo y decide salir corriendo escondida
entre las sombras hasta alcanzar la calle y luego sigue sin rumbo caminando y
corriendo hasta lograr llegar a una estación de servicio en donde se encuentran
varios camiones de carga estacionados y ella se oculta en la parte de atrás de
uno de ellos.
Por la mañana, Valentina
siente que el camión se puso en marcha y decide permanecer oculta el mayor
tiempo posible hasta lograr alejarse del sitio y ponerse a salvo para buscar
ayuda.
El camión se dirige por la
autopista hasta llegar a un sitio en donde se detiene y el chofer se baja y
poco tiempo después, unos hombres uniformados abren la puerta de la cabina de
carga y sorprendidos por encontrar a la chica dentro del camión la detienen y
la amenazan con llamar a la policía.
Valentina es conducida a las oficinas del almacén y una vez adentro la obligan a sentarse en una silla mientras deciden qué hacer con ella. El gerente de la empresa no quiere hacerse responsable de ese problema y le dice a la secretaria que llame al dueño para que se apersone en el sitio y el personalmente decida qué hacer con la chica polizón.
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