El ovejero - Capítulo 1

sábado, diciembre 02, 2023 0 Comments A+ a-



 

CAPÍTULO 1

 

EL FINAL DE UNA ETAPA

 

En la pista número 2 del aeropuerto internacional de la ciudad de Sídney en Australia, se encuentra esperando permiso para despegar el Airbus A380 de Emirates Airlines.  El capitán Lucas Benítez, un hombre alto, muy inteligente, de piel blanca y ojos rayados con un historial de vuelo impecable se prepara para hacer su última travesía. Durante el tiempo que lleva como piloto comercial ha estado viajando desde distintos países de Europa hacia Australia y considera que ya ha sido suficiente.

 

En este viaje lleva como copiloto a la capitana Margaret Stevens, una mujer muy capacitada que estima poder reemplazarlo en poco tiempo cuando complete las horas de vuelo necesarias exigidas para ello.

 

Ambos pilotos terminan de hacer las últimas revisiones obligatorias del avión, justo en el momento cuando la torre les autoriza el despegue y el capitán Benítez acelera las turbinas al máximo para que el avión emprenda pesadamente su carrera por la pista, hasta alcanzar la velocidad de despegue y dejar de escuchar el ruido que hacen las ruedas desplazándose sobre el concreto, para empezar el ascenso suave y rápidamente, hasta lograr la altitud necesaria para estabilizar el avión y apagar las luces de alerta, para permitir que los pasajeros puedan relajarse durante el tiempo que durará el vuelo.

 

Ya culminadas las maniobras de despegue y teniendo unos treinta minutos de vuelo, el personal de abordo comenta el inminente retiro del capitán Benítez.

 

—Capitán, ¿qué piensa hacer con su vida ahora? —pregunta el ingeniero de vuelo.

 

El ingeniero de vuelo es un joven piloto de nombre Arthur Miller, que se encuentra en entrenamiento y que está a la espera de acumular el número adecuado de horas de vuelo para así poder optar a otro rango y ser ascendido a copiloto.

—He ahorrado cada centavo de mi salario en todos estos años para poder cumplir un sueño que tengo desde niño —explica el capitán Benítez.

—Y ¿cuál es ese sueño tan importante que te hace abandonar tu carrera? —pregunta la copiloto Stevens.

—Voy a criar ovejas —revela el capitán Benítez.

—Pero capitán, usted nunca ha sido granjero o ganadero —comenta Miller.

—Aunque no lo creas, yo provengo de una familia de tradición ovejera y fui criado en el campo.  Cuando mis padres murieron de una extraña fiebre que azotó la región donde vivíamos yo fui enviado con mi tía a la ciudad y gracias a su esposo empecé a estudiar para piloto —explica el capitán Benítez.

—¿Entonces piensa regresar a la tierra de sus padres? —sigue preguntando el joven Miller.

—No, las propiedades de mi familia se perdieron, ahora con la ayuda de un amigo, logré hacerme con una hacienda que remataron por deudas financieras acumuladas y allí es donde me estableceré.

—Pero imagino que necesitará mucha inversión para iniciar, seguramente esa hacienda está en ruinas —comenta la capitana Stevens.

—Ya eso fue planeado. Mi amigo se ha estado haciendo cargo de todas las inversiones necesarias desde el año pasado y todo está listo para empezar —dice el capitán Benítez.

—¿Ya tiene las ovejas también? —pregunta Miller.

—No, para eso debo ver primero como quedaron las instalaciones y contratar el personal necesario.

—Debe haber hecho una gran inversión para cumplir ese deseo, capitán —comenta la capitana Stevens.

—Bueno, mi amigo es muy bueno con los número y las inversiones, él ha sido el que ha manejado mi dinero y lo ha logrado multiplicar haciendo algunas inversiones en la bolsa, así que no he querido saber de los detalles, pero me ha dicho que ha equipado la hacienda con una muy buena pista de aterrizaje para mi avión.

—Eso si es algo muy importante —comenta el joven Miller.

—Si claro, yo por mi parte he adquirido dos perros pastores ovejeros australianos y hace meses los dejé entrenando en una granja escuela cerca de Perth y en este momento viajan con nosotros en la bodega —explica el capitán Benítez.

—Santo Dios, entonces esto va en serio, porque si fue hasta Perth a buscar esos perros es porque usted no tiene intenciones de arrepentirse —dice el joven Miller.

—Tengo entendido capitán, que esos perros son muy costosos. ¿Pagó mucho por ellos? —pregunta la capitana Stevens.

—En realidad me ha salido más costoso su traslado, el asunto de los permisos y los impuestos fue muy problemático y costoso.

—¿Trajo los perros con usted en este viaje? —pregunta con asombro Miller.

—Claro que sí; y al llegar los recogerá una persona para llevarlos a un hospedaje canino en donde se encargarán de culminar el papeleo.

—Vaya, entonces Miller tiene razón, al parecer no habrá vuelta atrás —comenta la capitana Stevens.

 

Durante casi siete horas han mantenido una conversación fluida en donde han hablado de muchas cosas y ahora cuando deben hacer escala en el aeropuerto de Dubái antes de continuar hacia Madrid, todos se preparan para las maniobras de aterrizaje.

 

El capitán Benítez toma el control de la nave mientras la capitana Stevens se comunica con el controlador de vuelos para pedir permiso de aterrizaje y que este le de las instrucciones a seguir.

 

Rápidamente se escucha en los auriculares como el controlador de vuelos de la torre de control, luego de saludar a la capitana le indica:

 

—Vuelo Emirates 2209, reduzca velocidad y descienda a 2000 pies para tomar rumbo 183 hasta la pista número 2, bienvenidos y feliz aterrizaje.

—Gracias control, Emirates 2209, reduce velocidad y desciende a 2000 pies con rumbo 183 hasta pista número 2 —confirma las instrucciones la capitana Stevens.

 

Unos veinte minutos más tarde, luego de posar las ruedas en la pista número 2, el enorme Airbus A380 ha tomado su sitio en la terminal indicada y los pasajeros que se quedarán en ese aeropuerto terminan de descender del avión, para luego dar oportunidad a los nuevos pasajeros que continuarán hasta el aeropuerto Internacional de Madrid.

 

—Bien chicos —dice el capitán Benítez— Ha sido un honor haber volado con ustedes. Espero volver a verlos.

 

El capitán Benítez sale de su asiento, abandona la cabina y pasa por el pasillo en donde las cinco aeromozas que completaban la tribulación, empiezan a saludarlo, dándole la mano para despedirse, mientras lo acompañan por el pasillo de desembarco hasta la puerta de la terminal.

 

—Gracias, muchas gracias de verdad —dice el capitán Benítez mientras saluda a todos con su mano.

 

Ya en la terminal del aeropuerto, finalizados los saludos y las despedidas, el capitán Benítez se dirige a las oficinas de la aerolínea en donde se encuentra la persona del albergue canino para formalizar la entrega de los perros que acaban de bajar del avión.

 

Luego de firmar los documentos necesarios y de que la persona se llevara las jaulas con los perros, el capitán Benítez se dirige a su hotel para descansar y luego poder empezar a hacer los preparativos para su viaje de vuelta a su tierra, esta vez como un pasajero más.

 

Dos días más tarde ya sin preocupaciones y habiendo terminado de arreglar los papeles y permisos de sus perros, el capitán Benítez aborda un vuelo al aeropuerto de Dallas, Estados Unidos, en donde piensa tomar su avión privado para volar definitivamente hasta la región de San Juan en Nuevo México. Lucas Benítez, viaja en esta ocasión como un pasajero común de una aerolínea americana.

 

Mas de 22 horas más tarde, Lucas ha llegado a la ciudad de Dallas y dentro de cuatro horas debe continuar en otro vuelo hacia la ciudad de Albuquerque, en donde un día más tarde tiene previsto tomar su avión para dirigirse al pueblo de San Juan.

 

Ha sido un regreso extenuante, a pesar de haber sido piloto durante tanto tiempo, Lucas aun siente el cansancio de los vuelos largos, pero el saber que ya está pronto a culminar su periplo lo anima.

 

Luego de dos extenuantes días de viaje y ya en la habitación del hotel en donde se registró al llegar a Albuquerque, Lucas hace algunas llamadas y queda previsto reunirse con su amigo de la infancia y escuela, Enrique Alonso, que le desea presentar a una persona muy importante.

 

Al día siguiente por la noche, tal como estaba previsto, Lucas se reúne con Enrique en un restaurante de la ciudad para tratar algunos temas relacionados con lo que será su nueva vida.

 

La personas con la que Enrique ha pautado la reunión y con la que está reunido en este momento es el señor Francisco Molina, el representante de los dueños de una cadena de supermercados nacional de nombre Saxon, que le están ofreciendo la exclusiva para que él sea el proveedor de carne de carnero que será distribuida tanto en los supermercados del país como también ofrecida en los restaurantes que la cadena posee.

 

La reunión se desarrolla de excelente manera y todos quedan complacidos de las ofertas presentadas tanto de venta por parte de Lucas como de compra por parte de los dueños de la cadena.

 

Al terminar la reunión, Lucas se despide de su amigo y de los señores que lo acompañan excusándose en que debe volar muy temprano. 


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