Los ángeles también se enamoran - Capítulo 1
CAPÍTULO 1
UNA PROMESA PERTURBADORA
Nueva Delhi, la capital de India, es una de las ciudades más antiguas del mundo y la segunda urbe más poblada del país, dueña de una riqueza arquitectónica impresionante, con más de 18 millones de habitantes y una diversidad genérica de más de 800 mujeres por cada 1000 hombres, mantiene una ascendencia cultural que implica costumbres de más de 2000 años.
El clima de esta ciudad es muy caluroso
y seco la mayor parte del año, excepto en los meses de lluvia cuando los
niveles de precipitación son tan elevados que terminan por crear inundaciones
que traen como consecuencia una gran cantidad de desastres en la población con
pérdidas humanas en muchas ocasiones.
Se pudiera decir que Nueva Delhi es una
ciudad que vive de situación en situación y aun así su gente subsiste y hace
todo lo posible por mantener a sus familias de alguna forma. Hace unos meses atrás, los niveles de
polución y contaminación del aire aumentaron tanto que el gobierno se vio
obligado a cerrar todas las escuelas y universidades de forma indefinida, así
como a prohibir las construcciones civiles y decretar el cierre de varias
plantas productoras de energía.
En esta ciudad se encuentra ubicado el
Hospital Guru Teg Bahadur, un enorme y muy moderno hospital docente para
estudiantes de grado y posgrado de la Facultad de Ciencias Médicas de la
Universidad de Delhi (UCMS). Allí
trabaja el doctor Robert Clayton como jefe de la Unidad de Emergencias del
hospital y catedrático de la universidad.
El doctor Clayton es un hombre de unos
38 años, alto, de contextura atlética, piel clara y ojos de color marrón claro,
nacido en los Estados Unidos y traído a la India junto a su madre, por su padre
quien tenía una gran empresa de construcción que hacía negocios con el estado y
que logró, con mucho esfuerzo acumular una fortuna que le permitió una vida
económicamente muy holgada. Tan holgada es, que él ejerce su profesión, no
porque necesite el salario si no, porque le gusta y considera el ayudar a los
necesitados como parte de su viva. Su
padre murió de cáncer hace ya varios años y él y su madre, como no había más
herederos, decidieron vender la empresa y vivir sin preocupaciones en la
mansión de la familia, ubicada en una de las zonas de clase alta alejada del
centro de la ciudad.
El doctor Clayton, como médico
especialista en Urgencias Médicas, se ha mantenido soltero hasta ahora y
desarrolla la mayor parte de su vida dentro de las paredes del hospital. Tiene
a su cargo a todo el personal de emergencias, integrado por paramédicos,
camilleros, enfermeras, médicos generales, internistas y especialistas,
dispuestos las 24 horas del día en guardias de 36 horas para atender los casos
que ingresan a esa unidad con la mejor actitud y disciplina. El doctor Clayton es muy celoso en cuanto al
trato y atención que se le debe dar y prestar a un paciente que ingresa a la
emergencia.
Como casi todos los años, en este
momento Nueva Delhi está bajo una fuerte temporada de lluvias que han ocasiona
el ingreso de muchos pacientes en estado crítico al hospital y deben ser
atendidos con prontitud en la unidad de emergencia.
Justo ahora la unidad de emergencia se
encuentra en alerta. Han notificado por radio que hubo un derrumbe de un gran
número de casas en una barriada pobre por efecto de las lluvias y muchos de los
afectados y heridos están siendo trasladados a ese hospital. Las ambulancias
llegan y se van, cada una con dos y hasta tres heridos.
El doctor Clayton, es un médico
acostumbrado a este tipo de situaciones cada año, nunca pierde la calma ni la
compostura y se ve siempre muy apacible, siempre trata a los pacientes y a sus
familiares con cariño y les ofrece, no solo la ayuda médica que necesitan si no
también la compañía y comprensión a los necesitados. De manera incansable da
las instrucciones a su personal y dirige personalmente el ingreso de los
heridos a la unidad.
En sus labores de catedrático, apoyado
por la universidad y la dirección del hospital, el doctor Clayton, dicta con
mucha frecuencia, charlas y seminarios que tienen que ver con las diferencias
entre urgencia y emergencia, así como la forma correcta de tratarlas.
Justo en este momento, el doctor Clayton
acaba de terminar una de sus charlas y abandona la sala de conferencias,
seguido por un grupo de médicos que lo abordan con preguntas a las que el muy
amablemente responde mientras camina por el pasillo y se dirige a los
ascensores para bajar hasta la sala de emergencias y retomar sus labores cotidianas.
Al salir del ascensor en planta baja, se
consigue con una escena habitual, una madre que llora desconsoladamente sobre
la camilla en donde reposa un pequeño niño que acaba de ingresar, de unos 5
años de edad, con politraumatismos, como consecuencia de haberle caído encima
toda una casa. La madre del niño al ver que el doctor Clayton se detiene ante
la camilla, le ruega atienda a su niño y él, luego de revisarlo, ordena al
personal de emergencia que lo atiendan de inmediato. La madre del niño, agradecida por el gesto,
le toma una de las manos y le ruega al doctor sea el quien atienda a su
pequeño. En otras circunstancias lo
habría hecho personalmente y sin dilación, pero justo ahora el grupo de médicos
que lo acompañan desde la sala de conferencias lo abordan y mantenían abrumado
con preguntas, por eso hace caso omiso a los ruegos de la madre y asigna el
caso a uno de los médicos de guardia en uno de los cubículos para luego retirarse
a un lado del pasillo donde continúa respondiendo las preguntas de los colegas
que le acompañan. El ambiente en la unidad de emergencia es crítico, cada
médico debe atender a dos y hasta tres pacientes al mismo tiempo. De repente se le acerca rápidamente uno de
los médicos y le informa que no se puede hacer nada por el niño, que ya había
fallecido. La madre que aún se encuentra en la sala, escucha lo informado al
doctor Clayton y de inmediato se cuelga del brazo del doctor suplicándole que
haga algo, el doctor Clayton viendo la desesperación de la madre acude de
inmediato a ver la situación.
—Permítanme un momento —dice el doctor
Clayton al doctor a cargo del pequeño y colocando el estetoscopio en el pecho y
logra escuchar un leve sonido como una fuga de aire.
El doctor Clayton revisa minuciosamente
al niño, que ya lo había visto en la camilla y estaba bien solo tenía varios
huesos rotos, ¿Qué pudo haberle pasado? Vuelve a revisarlo y nota algo raro en
el pecho, de inmediato da instrucciones de aplicarle respiración asistida y
llevarlo a quirófano.
—Este niño tiene una costilla fracturada
y le ha perforado el pulmón derecho, debe ser operado de inmediato —dice el
doctor Clayton.
El niño es rápidamente preparado por el
personal de enfermeras para ser intervenido, y los camilleros conducen la
camilla por el pasillo hacia los ascensores, pero al llegar al área de
quirófano el equipo médico que lo lleva se entera que todos los cirujanos de
guardia están operando y deben esperar.
De inmediato llaman al doctor Clayton y le comunican la situación, el
decide subir al quirófano para ejecutar la cirugía el mismo de ser necesario.
Al llegar al pasillo del área de quirófanos se encuentra con la madre del niño
completamente desconsolada que le ruega nuevamente por su pequeño hijo.
—No se preocupe señora, su hijo vivirá,
se lo prometo —dice el doctor Clayton— si es necesario lo operaré yo mismo.
Al entrar al quirófano, ordena conectar
al niño a los equipos, preparar los utensilios médicos y rápidamente se coloca
el uniforme para cirugías.
El doctor Clayton inicia la cirugía con
ayuda de un anestesiólogo amigo y dos enfermeras. Todo transcurre bien por momentos, pero
cuando logra despejar la costilla el pequeño se descompensa y rápidamente entra
en paro. El doctor Clayton aplica todos los conocimientos y recursos que tiene
a mano en tratar de reanimar el corazón del niño, pero la pérdida de sangre y la
rapidez con que se había actuado no habían permitido prever una situación así.
El doctor Clayton queda frente a la mesa
de operaciones sin poder decir nada hasta que una de las enfermeras le insiste
varias veces al llamarlo por su nombre.
—Doctor Clayton, doctor Clayton.
—Si —responde el doctor Clayton—, anoten
la hora de la muerte.
Al salir del quirófano se enfrenta con
la madre y los familiares del niño que ya habían llegado y esperaban en el
pasillo.
—Lo siento mucho, hice todo lo que pude
—dice el doctor Clayton— pero el niño falleció.
—Pero usted me dijo que estaría bien
—reclama la madre llorando.
—La situación era muy compleja.
—Usted lo prometió, me dijo que estaría
bien —insiste la madre.
El doctor Clayton se retira
completamente apesadumbrado y regresa a la unidad de emergencia. Allí continúan
llegando heridos y él trata de ayudar en lo que puede, pero lo ocurrido con el
niño lo ha dejado en shock y no logra pensar con rapidez. Hacía algún tiempo
que no operaba y ahora que lo hace en una emergencia el paciente muere.
En el pasillo se escucha un revuelo, son
los familiares del niño fallecido que han bajado del área de quirófanos y ahora
se encuentran frente a la unidad de emergencia reclamando la muerte del niño de
forma desproporcionada.
El bullicio y los gritos de reclamo son
tan fuertes que el director del hospital, el doctor Ranjit Khan, se ha hecho
presente en el lugar para tratar de calmar los ánimos y averiguar lo que está
ocurriendo. Luego de hablar con los
parientes del niño se dirige a la sala de emergencias y se informa de la
situación. Allí se entera que el doctor
Clayton decidió operar por su cuenta al niño y que este no resistió.
El doctor Khan para calmar los ánimos
caldeados de los parientes del niño, invita al doctor Clayton a que lo acompañe
para reunirse en su oficina y así lo hacen.
En la oficina del doctor Khan, este le
reclama al doctor Clayton su mal proceder al realizar una cirugía tan delicada
como esa sin la debida previsión y el equipo médico adecuado.
—Doctor Clayton, ¿Cómo se atrevió a
realizar una operación de esa magnitud sin haber sido programada ni tener las
previsiones necesarias? —pregunta el doctor Khan.
—Doctor, no había tiempo que perder y
todos los equipos de cirugía estaban ocupados, si no me arriesgaba el niño
moriría.
—Doctor, el niño murió —dice el doctor
Khan—, y ahora usted parece ser el responsable.
—Solo consideré que hacía lo correcto.
—Lo correcto era esperar y aplicar el
protocolo y los procedimientos establecidos.
—Entonces usted dice que era mejor dejar
que el niño muriera sin asistencia —replica el doctor Clayton.
—Doctor Clayton, no veo otra solución
que suspenderlo de su puesto hasta que se realice una investigación y se tenga
un informe del caso.
—Lo entiendo doctor —dice el doctor Clayton.
—Por favor, le pido que abandone las
instalaciones lo antes posible y no hable con los familiares.
—Sí señor.
El doctor Clayton sale de la oficina del
director y se dirige lentamente por el pasillo hacia los vestidores de los
médicos para recoger sus pertenencias y marcharse del hospital hasta ser
notificado del resultado de la investigación.
Luego de un rato el doctor Clayton ha
logrado salir del hospital sin ser visto y ahora camina bajo la fuerte lluvia, por
el estacionamiento del hospital con rumbo a la calle.
Luego de un buen rato, ha logrado llegar
a su casa en donde su madre, la señora Elizabeth, una mujer blanca, de unos 57
años, alta y cabello claro, de apariencia pasiva, pero de muy buen gusto al
vestir, al verlo tan decaído le pregunta:
—Hijo, ¿Por qué llegas tan temprano? ¿Te
ocurrió algo?
—Cometí un error con un paciente de 5
años y el director me suspendió hasta que se tenga el resultado de la
investigación.
—¿Un error? ¿Qué clase de error? ¿Cómo
pudieron hacerte eso?
—Ahora no importa mamá, el niño murió y
para todos yo tengo la culpa.
—No hijo, como vas a tener la culpa de
querer salvar una vida, tú no eres Dios.
—No te preocupes mamá, esperemos que
acabe la investigación y entonces veremos qué ocurre.
Muy afligido, el doctor Clayton se
dirige a su habitación en donde se deja caer sobre la cama para permanecer inmóvil
durante un largo rato con la mirada perdida en el techo de la habitación.
Mientras tanto, en el hospital, la
dirección ha ordenado la creación de una comisión médica para la investigación
del caso y los familiares del niño han interpuesto una demanda contra el
hospital. La situación por ahora no se
ve fácil.
Han pasado varios días desde que ocurrió
el incidente en el hospital y la comisión de investigación ha interrogado a
todo el personal de emergencia que estuvo de guardia el día en cuestión, al
igual que al personal de quirófanos que presenció la cirugía. Toda la
investigación ha arrojado que el proceder del doctor Clayton fue el correcto
hasta que decidió realizar la cirugía sin las previsiones necesarias, por este
motivo los abogados del hospital han aconsejado al director aplicar una medida
disciplinaria severa al doctor Clayton y acusarlo de negligencia médica para
salvar la reputación del hospital. Esto
traería como consecuencia directa, el despido del doctor Clayton y la posible imposibilidad
de seguir ejerciendo la medicina en cualquier otro de los hospitales de
India. Por este motivo la junta
directiva en pleno expide una invitación al doctor Clayton para que asista a
una junta en donde se le leerá el resultado de la investigación y se le
informará de su despido.
A media mañana, mientras se encuentra en
su casa, el doctor Clayton recibe una llamada telefónica en donde se le informa
que debe asistir a una junta de emergencia a las 2:00 de la tarde y así lo
confirma.
Justo a la hora prevista, el doctor
Clayton entra a la reunión en la oficina de juntas del hospital a la que fue
citado para la lectura del informe conclusivo presentado por la comisión de
investigación que llevó su caso. Ya en la sala, todos reunidos alrededor de una
gran mesa, el presidente de la junta, el doctor Mutar, termina de leer el
informe:
—Se concluye de esta investigación, que
el doctor Robert Clayton actuó de manera negligente al intentar realizar una
operación sin cumplir el debido protocolo de seguridad —lee el presidente y
continúa— por tal motivo se recomienda, para salvaguardar la integridad y la
reputación de este hospital, que el doctor Robert Clayton sea destituido de su
cargo y removido de la plantilla de personal con carácter inmediato.
El doctor Clayton escucha lo dicho por
el presidente de la junta y no dice nada.
—Doctor Clayton, ¿Tiene usted algo que
decir? —pregunta el doctor Khan.
—No señor —responde el doctor Clayton.
—Entonces damos por terminada la reunión
y por cerrado el caso —dice el doctor Khan.
Todos los presentes se levantan de sus
sillas y se retiran de la sala de juntas y lo mismo hace Clayton. En el
pasillo, el doctor Khan detiene al doctor Clayton y le dice:
—Espera Robert, quiero decirte algo.
—Dígame, doctor Khan.
—Quiero que sepas que lamento mucho todo
esto y que hubiese querido que fuera de otra forma. Esta profesión es una de
las más ingratas. Los pacientes llegan casi muertos, nosotros hacemos lo
posible por revivirlos y sanarlos, pero si les ocurre algo en el camino
entonces somos los culpables y debemos pagar por ello.
—Entiendo doctor, no se preocupe.
—Tú eres un excelente médico de
urgencias y con mucho gusto te daré una recomendación que no podrás usar aquí
porque esto se sabrá muy rápido en todos los hospitales, pero en caso de que
quieras irte a otro sitio a seguir ejerciendo, podrás hacer uso de ella.
—Muchas gracias doctor.
Sin decir una palabra más, Robert se
retira de la oficina y camina lentamente por los pasillos rumbo hacia las
escaleras para buscar la salida más cercana.
Mientras camina, no puede dejar de notar como el personal murmura,
mientras pasa frente a las enfermeras y sus colegas. Ya todos saben de lo ocurrido y ahora luego
de todo lo que le dio al hospital durante años, es tratado de esa forma por
haber tratado de salvar la vida de un paciente.
Al llegar a su casa, le cuenta lo
ocurrido a su madre y ella muy afligida trata de consolarlo.
—No te preocupes hijo, de ser necesario
nos mudaremos de aquí a otro sitio y buscarás trabajo en otro hospital.
—No mamá, por ahora voy a tomarme un
tiempo para descansar y pensar en una buena solución.
Han transcurrido ya, casi 10 meses desde
el incidente que le costó su puesto en el hospital y Robert no ha hecho otra
cosa que descansar, leer noticias y visitar de vez en cuando el banco junto a
su madre para movilizar las cuentas.
Hoy Robert está navegando por varias
páginas de internet en la computadora sin mostrar mucho interés cuando de
repente en una de ellas aparece la publicidad de un Hospital en Estados
Unidos. Se trata del Massachusetts
General Hospital que al ingresar en su página web se entera que es el hospital
piloto para entrenamiento de la Escuela de Medicina de Harvard. Esto le llama
mucho la atención y continúa revisando en profundidad la página hasta que
encuentra una convocatoria a participar para residencias en varias
especialidades. Esto le llama tanto la atención que de inmediato abre la página
de contacto y envía una solicitud de información.
El día jueves de esa misma semana recibe
un correo con información concerniente al concurso de residencia en las
especialidades indicadas en un anexo y le indican que si está interesado debe
enviar unos recaudos. Robert se siente tan interesado en el tema que no le
presta mucha atención al hecho de que se trata de un hospital en Estados Unidos
así que durante todo ese día se dedicó a completar y preparar los recaudos
solicitados por el hospital y luego de ponerlos en el formato digital exigido,
los envió. Como era ya fin de semana,
la respuesta tardó algunos días en llegar, pero el viernes de la semana
siguiente recibió un correo notificándole que había sido aceptado en el
programa de residencia solicitado y que debería presentarse lo antes posible
con los originales de los documentos enviados a la oficina de la Doctora Sabina
Anderson en la Dirección del hospital.
Robert no puede creer lo que está
ocurriendo y saltando de alegría sale de su habitación en busca de su madre
para contarle.
—Hijo, ¿Y cuándo debes presentarte?
—pregunta la señora Elizabeth.
—No tengo fecha, solo me dijeron, lo
antes posible.
—Entonces debes arreglarlo todo para
irte —dice Elizabeth.
—No mamá, yo no puedo irme y dejarte
sola aquí. Si yo me tengo que ir, tú
vendrás conmigo.
—Pero hijo eso te retrasaría mucho.
—No tengo apuros mamá, pero mañana mismo
empezaremos a prepararnos para la mudanza.
Contactaré por internet a una agencia inmobiliaria para que nos busque
una casa cerca del hospital.
—¿Tú crees que eso sea necesario?
—Claro que si mamá, es hora de cambiar
de ambiente. Nos mudamos a los Estados
Unidos.
Durante los días siguientes Robert, se
dedicó a prepararlo todo para la mudanza. La agencia inmobiliaria le consiguió
una casa en una buena zona de la ciudad de Boston y abrieron dos cuentas en un
banco americano y trasladaron parte de su dinero a una para ser manejada por él
y otra parte a la que manejaría la señora Elizabeth.
La casa y las otras propiedades y terrenos dejados por el padre de Robert fueron entregadas a una inmobiliaria local en calidad de consignación para ser vendidas y que ella respondiera por cada una, enviando el dinero correspondiente a las cuentas en Estados Unidos.
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