Por ella, hasta el infierno - Capítulo 1

sábado, diciembre 02, 2023 0 Comments A+ a-

 

 

CAPÍTULO 1

 

DE REGRESO A CASA

 

Afganistán, un país árabe que luego de la salida de las fuerzas rusas en 1990, fue tomado por un grupo denominado «Talibán», que en la lengua pastún significa «estudiante» y que está conformado en su mayoría por combatientes religiosos que siguen los rigurosos y extremos lineamientos de una interpretación del islán que sus líderes, los antiguos y originarios Talibanes, les enseñan y les obligan a cumplir.

 

Los Talibanes, por sus acciones, que han llegado a sobrepasar las fronteras, han sido catalogados internacionalmente como grupo paramilitar de tipo terrorista que intenta penetrar por todos los medios las sociedades musulmanas para lograr obtener el poder en las regiones o países en donde se establecen. Mientras lo consiguen, toman el control de las carreteras y fronteras, sometiendo a la población civil a un asedio que les impide abandonar las regiones para ponerse a resguardo y evitar la represión talibán.

 Cada fracción de la organización, se establece en una región y desde allí organizan los ataques a otras regiones intentando lograr desestabilizarla y captar más seguidores.  Cada cierto tiempo una de estas fracciones se hace notoria por sus acciones, haciendo que su líder sobre salga por encima de los otros.

 En este momento en la población de Kandahar, se tiene prevista una reunión entre los líderes talibanes, Suleiman Amin y Mukhtar Badawi.  Estos dos hombres son los líderes de las fracciones talibanes que dominan el sur de Afganistán y quienes controlan los pueblos y ciudades cerca de la frontera con Pakistán, así como las carreteras.

 Luego de un gran trabajo de inteligencia, realizado por los espías y colaboradores Afganos, se logró determinar la hora y el lugar en donde se reunirán los dos líderes talibanes y gracias a ello se ha puesto en marcha una operación militar encubierta que permita de una forma lo más quirúrgica posible, decapitar a los dos grupos, eliminando a sus líderes y de esa forma provocar una huida masiva de sus seguidores.

 Para ejecutar la operación, se ha designado al equipo SEAL de los Estados Unidos liderado por el capitán Bruno Rossi, un especialista SEAL con más de 8 años de experiencia y un centenar de incursiones a países como: Siria, Yemen, Irak, Libia y Egipto, para la búsqueda, localización y eliminación de objetivos denominados hostiles y que se encuentra destacado en la lejana Base Naval norteamericana de Diego García.  Esta base se encuentra ubicada en un atolón de 40 kilómetros cuadrados, en el archipiélago de Chagos, en medio del Océano Índico, a más de 1500 kilómetros de las tierras continentales más cercanas.  Esta región pertenecía en un principio a Reino Unido, pero por problemas de política internacional, la Corte de la Haya sentenció que Reino Unido debía abandonar el control sobre esos territorios de manera inmediata y pidió a todos los países pertenecientes a Las Naciones Unidas (ONU) su colaboración para la descolonización de la región.

 

El equipo SEAL del capitán Rossi incursionó hace 48 horas en un avión transporte del tipo V-22 Osprey, que tiene la particularidad de poder despegar y aterrizar de manera vertical, así como la de poder volar a muy baja altura. Esta aeronave despegó de un portaviones norteamericano que se encuentra navegando en aguas del Mar Arábigo y el Océano Índico.

 El capitán Rossi y su equipo fueron dejados por el transporte en una zona a poco menos de 50 kilómetros de Kandahar y se dirigieron a pie hacia el sitio indicado.  Esta noche, con mucha precisión y sin ser detectados lograron entrar a la ciudad y ubicarse en un edificio en ruinas muy cerca del sitio en donde inteligencia dijo que sería el encuentro. 

 La noche está muy iluminada, la luna se encuentra muy alta y no hay nubes en el cielo, se hace muy difícil tratar de esconderse y no ser visto.  En vista de que solo tienen una oportunidad para actuar, el capitán ordena a sus hombres empezar a desplegarse y tomar sus mejores posiciones para cubrir el área y esperar su señal para atacar.

 Son pasadas las 12:00 de la noche cuando un grupo de vehículos llega al lugar, de ellos se bajan los líderes talibanes Suleiman Amin y Mukhtar Badawi, que fácilmente son identificados por el observador del equipo, que lo notifica al capitán Rossi por el intercomunicador que todos llevan.  El Capitán Rossi espera unos minutos antes de dar la orden, quizás desea esperar que los líderes se ubiquen en el sitio de la reunión para poder actuar.

 El capitán Rossi ha dividido su equipo en tres grupos de ataque, el grupo azul comandado por el sargento Will Asher, un militar de mucha experiencia que en ocasiones ha llegado a ser instructor, el grupo verde que tiene la misión de resguardar el lugar durante el ataque, comandado por el teniente Paul Richardson, un oficial muy joven, pero muy obediente e intuitivo y el grupo rojo comandado por el propio capitán Rossi, que es el encargado de ingresar al lugar de la reunión y eliminar a los dos objetivos.

Hasta ahora todo luce muy normal y tranquilo, la información suministrada por inteligencia parece ser perfecta.  El Capitán da la orden de actuar y de inmediato él y su equipo ingresan al lugar en donde en muy poco tiempo el capitán se da cuenta que el sitio no es lo que les habían dicho, no era un restaurante, se trata de un comando talibán, repleto de seguidores de ambos líderes que al verlos ingresar disparan contra ellos de manera desproporcionada, haciendo imposible el avance y quedando en medio de un repentino e inesperado fuego cruzado que mantiene al grupo azul y al grupo rojo sin poder hacer nada.

 En las afueras del sitio, el teniente Richardson escucha el sonido del enfrentamiento entre las fuerzas talibanes y sus compañeros y sin perder tiempo decide actuar, ordenando a su equipo avanzar para dar apoyo a sus compañeros.  Con mucha decisión y alto poder de fuego, el sub teniente logra por momentos igualar la situación y permite que el capitán pueda acercarse por uno de los costados y lanzar hacia los talibanes que protegen a los dos líderes, dos mochilas explosivas que en solo unos segundos explotan de forma descomunal provocando que las bases del viejo edificio cedan y todos los pisos superiores de la construcción caigan inevitablemente sobre los talibanes, dejando tras el hecho un silencio total que todos aprovechan para huir del lugar e intentar llegar al punto de extracción en las afueras de la ciudad.

 Debido al gran ruido provocado por los disparos, las explosiones y el derrumbe del pequeño edificio, al sitio llegan varios vehículos de las fuerzas talibanes que de inmediato los detectan y empiezan a perseguirlos mientras les disparan.  El capitán Rossi, ordena volver a separarse en tres grupos y huir por separado para así complicar la persecución y captura de todo el escuadrón.  La idea del capitán es que cada grupo logre despistar a sus perseguidores y lograr llegar por separado al punto de extracción en donde volverían a reagruparse antes de salir de Afganistán.

 La idea del capitán parece funcionar, todo su grupo y el del sargento han logrado eludir a sus perseguidores y llegar al sitio, pero el teniente Richardson ha conseguido mayor resistencia y ha tenido que enfrentarse a ellos por las calles de la ciudad en donde, de manera inesperada recibe un disparo en el costado izquierdo y luego de ser ayudado por sus compañeros decide ordenar que arrojen las granadas a destiempo, para tener una oportunidad de poder huir mientras ellas explotan una a una de manera secuencial.

  

Ya está todo listo para la extracción, los dos primeros grupos se encuentran dentro de la aeronave y solo esperan el tiempo acordado para despegar.  El piloto del V-22 le advierte al capitán que sus órdenes son muy claras y que deben despegar ahora mismo, pero el capitán no se lo permite, ordenándole que permanezca en tierra un poco más, para dar chance al resto de su comando a que llegue.

Unos minutos más tarde aparecen en el horizonte, el resto de sus hombres, acompañados del teniente Richardson a quien uno de ellos ayuda a permanecer de pie.  Al llegar todos a la aeronave, esta se pone en marcha y despega rápidamente con destino al portaviones que ha regresado a las aguas del Mar Arábigo.

 —Capitán, misión cumplida —informa el sub teniente que ha quedado en el piso de la aeronave.

—Bien hecho teniente, ahora de regreso —comenta el capitán.

 

El teniente Richardson pierde el conocimiento y el capitán Rossi lo nota, uno de sus compañeros le informa la situación:

 —Capitán, el teniente está mal herido.

 

Rápidamente el capitán revisa al teniente y observa como la sangre sale de manera abundante desde un orificio en uno de sus costados.  Muy preocupado por lo que observa toma de un maletín de primeros auxilios, un rollo de gasa y haciendo con el, un gran apósito, lo coloca en el lugar de la herida para intentar contener la hemorragia.

 Los intentos del capitán por contener la hemorragia del teniente son infructuosos, el disparo le dio en un lugar donde el chaleco no le protegía y le interesó de gravedad algunos órganos vitales que terminaron por fallar definitivamente, causando la irremediable pérdida de la vida del teniente Richardson.

Poco tiempo después la aeronave aterriza en la cubierta del portaviones en donde ya los está esperando un avión de transporte del tipo C-130 de la clase Hércules, que los llevará de regreso a la base Naval de Diego García.

La base de Diego García fue autorizada en un inicio como una base de comunicaciones a la que luego de un tiempo llegó la marina para cambiar el estatus de la base y establecerse en ella, con el propósito de preservar la paz y seguridad de la región, enfrentando las amenazas de piratería y terrorismo. Esta base es clave para los Estados Unidos en la región, se utiliza como plataforma de lanzamiento para misiones de la Fuerza Aérea en el Medio Oriente. Actualmente está conformada por una infraestructura de viviendas y otras instalaciones que albergan al personal civil y militar de la base, así como un puerto de aguas profundas y una serie de hangares y áreas técnicas a lo largo de una pista de aeropuerto de más de tres kilómetros de largo en donde precisamente en este momento, el avión que transporta al escuadrón del capitán Rossi ha aterrizado y toma lugar al lado de un centenar de otras aeronaves de guerra estacionadas a un lado de la pista.

El escuadrón del capitán Rossi integrado por doce soldados perfectamente equipados, pertenecientes a la división de tareas especiales del grupo SEAL, descienden por la rampa trasera de la aeronave y se agrupan ordenadamente a un lado.  El escuadrón está de regreso de una misión no muy exitosa en Afganistán, donde perdió la vida bajo fuego enemigo, uno de sus miembros; el teniente Paul Richardson. Colocados en posición de firmes a la orden del capitán Rossi, esperan el desembarque del cuerpo de su compañero de armas.   De repente se acerca uno de los vehículo de servicio de la base, conducido por un edecán y acompañado del sub teniente de apellido Harlan, el vehículo se detiene de forma inesperada frente al grupo de soldados a los que el sub teniente pregunta:

 

—¿Capitán Rossi?

—Si, aquí —responde el capitán dejándose ver desde la rampa de abordaje del avión.

 

De inmediato el sub teniente baja del auto y se dirige casi corriendo hasta el capitán Rossi a quien saluda formalmente con su mano derecha a la altura de la frente para luego entregarle un oficio.

 

—Capitán, el coronel Fleming lo solicita en su oficina de inmediato.

—Ahora mismo voy —responde el capitán.

 

Antes de subir al vehículo que lo espera, el capitán Rossi se dirige a su escuadrón.

 

—¡Sargento!, lleve a los hombres a sus barracas para que descansen y esperen allí mis órdenes.

—¡Si señor! —confirma el sargento.

 

El capitán aborda el vehículo y toma asiento en la parte trasera.  De inmediato, el conductor se pone en marcha y toma rumbo hacia los pequeños edificios de oficinas de la base en donde el mayor Fleming los espera.

 

Al llegar, el sub teniente conduce al capitán Rossi a través de la parte interna del edificio, entre las oficinas y pasillos repletos de oficiales de alto rango y personal de oficina que circulan rápidamente de un lado al otro.  Unos minutos más tarde han llegado hasta una puerta que después de tocar el sub teniente abre para de inmediato informar:

 

—Señor, el capitán Rossi ha llegado como usted lo pidió.

—Gracias Harlan, puede retirarse —comunica el coronel Fleming.

—Si señor —responde el sub teniente quien luego de un saludo formal, sale de la oficina para cerrar la puerta tras él.

—Tome asiento, capitán —pide el coronel Fleming.

—Gracias señor —dice el capitán Rossi que procede a tomar asiento frente al escritorio del coronel que prefiere permanecer de pie.

—Capitán, quiero que sepa que yo también he sentido mucho la pérdida del teniente Richardson, sé que era un buen elemento de su escuadrón y que su hoja de servicio era muy prometedora.

—Muchas gracias, señor.

—Ahora, capitán, iré a lo que me preocupa en este momento.

—Usted dirá señor.

—Mientras estuvo de misión, recibí un comunicado de la Comandancia General donde me notificaban que su solicitud de retiro había sido aceptada. ¿Es cierto eso, capitán?

—Si señor, eso es correcto.

—Capitán, ¿Puedo saber cuál es el motivo de una decisión como esa?

—Señor, creo que ya he servido lo suficiente a mi país y es hora de que regrese a casa con mi esposa.

—¿En verdad es ese el motivo, capitán?

—Si señor, cuando me enlisté en el ejército, no tenía ningún tipo de responsabilidades y no me importaba el tiempo que pasase lejos de mi país o de mí casa, para mí, esta era mi casa y mi familia, pero ya luego de haberme casado, pensé que podría manejarlo, pero ya no puedo pasar tanto tiempo lejos de ella, señor.  Ahora tengo una gran responsabilidad con ella.  Además, ahora, luego de la pérdida del teniente Richardson, más que nunca deseo regresar a casa.

—Capitán, usted entiende que yo no puedo dejar ir a uno de mis mejores elementos sin antes intentar hacer que cambie de opinión —expresa el mayor.

—Lo sé señor.

—Sabe usted que, aún en contra de mi voluntad, yo podría sacrificarme y solicitar su transferencia a otra base militar en donde pueda convivir con su esposa si usted así me lo pidiera.

—Eso habría sido estupendo señor, pero le hice una promesa a mi esposa y pienso cumplirla, además no soy un soldado de oficina, señor.

—Capitán, los Estados Unidos han invertido mucho tiempo y dinero en prepararlo y hacer de usted, lo que es.  Usted es un elemento muy costoso y casi indispensable en el ejército. No puedo permitir que lo deje todo de esa forma.

—Lo siento señor, ya está decidido —insiste el capitán.

—Bien capitán, siendo así prepare sus cosas, podrá abandonar esta base el día de mañana a las 0600 horas, en un transporte que se dirige a la base Rota en España, desde donde podrá tomar otro transporte que lo lleve de regreso a casa y espero sinceramente que le vaya muy bien en su vida de civil —expresa el mayor extendiéndole la mano al capitán.

—Gracias mayor, fue un honor haber servido bajo su mando —comenta el capitán Rossi poniéndose de pie para estrechar con fuerza la mano del mayor Fleming.

—No lo diga Rossi, el honor ha sido mío al tenerlo a usted en mi equipo.

—Gracias señor.

El capitán Rossi, haciendo el acostumbrado saludo con su mano, se retira de la oficina del mayor Fleming.

 

Un poco más tarde, el capitán Rossi se reúne con su escuadrón en las barracas para darles la noticia.

—¡Atención! —ordena el sargento Asher al ver entrar al capitán en la barraca.

—¡Descansen! —responde el capitán.

—Señor, ¿Qué quería el mayor? ¿Acaso nos asignó otra misión? —pregunta el sargento.

—No sargento, solo quería informarme que mi solicitud de baja fue aceptada y deberé abandonar la base el día de mañana a las 0600 horas.

—¡Señor! ¿Cómo que su baja? ¿Acaso usted piensa abandonarnos? —pregunta uno de los soldados dejando ver la preocupación que siente.

—Ya es hora de que regrese a casa muchachos, mi esposa ha sido demasiado considerada conmigo y es tiempo de que se lo retribuya estando con ella de ahora en adelante —explica el capitán.

—Tiene razón señor, solo los que estamos casados lo podemos entender —expresa el sargento.

—Pero ahora quien nos comandará? —pregunta el cabo Baker, otro de los jóvenes soldados del grupo.

—No se preocupe por eso cabo, tan pronto abandone esta base, a ustedes les será asignado otro oficial para que los dirija.

—Si señor, eso lo sabemos, pero no será lo mismo.

—Lo siento muchachos, pero para mí, todo esto llegó a su final —indica con decisión el capitán Rossi.

 

Luego de algunos abrazos y una corta despedida, el capitán Rossi se dirige a la barraca de los oficiales y se dispone a recoger todas sus pertenencias.

 A la mañana siguiente, a las 0600 horas, tal como le indicara el mayor Fleming, el capitán Rossi aborda un avión de transporte militar de la clase Globemaster III, serie C-17, que tiene previsto volar hasta la base militar norteamericana en Arabia Saudita.

 El vuelo fue como de costumbre, poco menos de 10 horas y ahora, luego de reportarse con el comandante de la base, el capitán Rossi deberá esperar hasta las 2200 horas cuando está previsto que la nave continúe su ruta hacia la base naval de Rota en España, una base que se encuentra adscrita a la OTAN y es operada en conjunto entre España y los Estados Unidos, que mantiene un personal destacado de más de 3400 efectivos. 

La espera se hace interminable para el capitán Rossi, ya ha oscurecido y hace unos minutos que llamaron a comer, pero los deseos del capitán de regresar a casa son tan grandes que no le permiten alejarse mucho de uno de los hangares al lado de la pista de aterrizaje. Un soldado que presta servicio en el área, al verlo solo, recostado de una de las paredes del Hangar a esa hora, se le acerca y le dice:

 

—Capitán, debería ir al comedor, su vuelo no saldrá hasta dentro de dos horas.

—Gracias, ¿crees que tenga tiempo de comer algo?

—Por supuesto señor, vaya con seguridad, cualquier cosa yo mismo le avisaré.

 

El capitán Rossi se levanta y camina hacia la calle interior para dirigirse hasta las instalaciones del comedor y aprovechar de comer algo como le recomendó el soldado ya que no probaba bocado desde muy temprano en la mañana.

 

Exactamente a las 2200 horas, el capitán Rossi se encuentra ya dentro de la aeronave junto a un grupo de efectivos que también se dirigen a la base naval de Rota.

 El avión hace su vuelo sin contratiempos y cuando van a ser las 0600 hora local, empieza sus maniobras de descenso para disponerse a aterrizar en Rota.

 Como siempre, el capitán Rossi se reporta con el comandante de la base y le entrega el oficio que lo acredita para viajar hasta los Estados Unidos en el primer avión que salga hacia su destino.

 Después de ordenar algunos detalles, todo queda listo para que el capitán Rossi aborde un avión de carga que se dirige a la Base de la Fuerza Aérea Lackland, en San Antonio, Texas, muy cerca de Houston, en donde aspira llegar para sorprender a su esposa.

Este tramo de su viaje de regreso se ha hecho muy aburrido, ya que en esta oportunidad, el capitán viaja solo y acompañado de muchos cajones de madera y material militar.

 A pesar de todo, y luego de un larguísimo y extenuante viaje de dos días, el capitán Rossi ha llegado a San Antonio en donde se dispone a continuar su viaje de regreso a casa en un autobús que lo llevará hasta Houston.

 Aun con su uniforme militar de campaña, sale de la base y se dirige a la estación de autobuses en donde logra alcanzar uno que pretende salir justo en ese momento y lo aborda sin perder tiempo.

 El autobús se desplaza a través de la ruta 10, que lo lleva de forma casi directa a la ciudad de Houston y espera arribar a la terminar ubicada en pleno centro de la ciudad en poco menos de tres horas. Durante el trayecto el capitán recrea su vista con los paisajes que hacía ya bastante tiempo no miraba y le eran muy difíciles de recordar.

Cuando van a ser casi las 10:00 de la noche, el capitán Rossi desembarca del autobús y abandona la terminal para caminar unas cuantas cuadras hacia la zona este de la ciudad en donde se ubica «La Taberna del Mexicano», un bar, propiedad de Jenny López y donde trabaja desde hace mucho su esposa Lucía, una joven y bella mujer de origen colombiano que ingresó al país de manera ilegal y con la que se casó luego de conocerla y entablar una linda relación por algún tiempo, antes de que tuviera que marcharse a Diego García.

La taberna del mexicano es un lugar de esparcimiento, ubicado en el centro de la ciudad de Houston, al que asisten muchos hombres solos para hablar y tomar un rato.  El lugar, relativamente amplio, cuenta de una gran barra de madera rústica, flanqueada por una larga fila de sillas altas, frente a la barra se encuentra una gran exhibición de botellas de distintos licores en una repisa de vidrio y espejos.  A un lado podemos ver una gran rockola de estilo moderno que llama mucho la atención por su juego de luces de colores mientras deja sonar música ranchera. El resto del lugar está lleno de mesas de madera con sus sillas y en varias partes del piso y las paredes, muchas decoraciones que hacen referencia a la vida, las haciendas y los pueblos del norte de México.

 Cuando el capitán Rossi entra a la taberna, de inmediato se dirige a la barra en donde se encuentra una joven mujer, alta, blanca, de cabello largo y negro, amarrado en forma de cola de caballo, que no aparenta tener los 26 años que tiene y que ostenta un cuerpo espectacular.  El capitán Rossi se acerca a la barra desde donde, en medio de la bulla de los presentes alcanza a decir:

 —Señorita, podría darme una cerveza.

 

La joven mujer escucha el pedido y al levantar la mirada observa al hombre que está ante ella del otro lado de la barra y sin poder contener la emoción que siente, corre por detrás de la barra para dar un rodeo y poder llegar hasta donde se encuentra aquel hombre que la espera sonriente.

 

—¡Bruno! —exclama la joven mientras se lanza a sus brazos.

—Amor, al fin estoy de regreso —expresa Bruno mientras besa apasionadamente a Lucía.

—Has regresado.

—Así es. Y ya no pienso volver a dejarte sola.

—Pero ¿cómo?

—Renuncié a la vida militar, ahora solo quiero estar contigo.

 

El amor de esos dos seres es tan grande que casi ilumina todo el local, haciendo que todos los miren y comenten la escena, mientras que Jenny, la dueña de la taberna se acerca a ellos.

 

—Hola Bruno, ¿regresaste? —expresa Jenny.

—Hola Jenny, así es; y no pienso volver a irme —comenta Bruno.

—Lucía, por qué no aprovechas y te vas con tu esposo a la casa, estoy segura que querrán estar tranquilos —propone Jenny.

—¿De verdad Jenny? —pregunta Lucía.

—Claro, yo puedo atender sola la taberna, además falta muy poco para cerrar.

—Muchas gracias Jenny —dice Lucía que tomando su cartera se aferra al brazo de su esposo para salir juntos del local hacia la calle y dirigirse en taxi hasta su casa.

 

El reencuentro entre Bruno y Lucía ha sido maravilloso.  Durante la semana siguiente, Bruno ha

tratado de recuperar el tiempo perdido y de ponerse al día con sus amistades; por su parte, Lucía se siente como si estuviera viviendo la luna de miel que no tuvo cuando se casó con Bruno.

 

Para dar un final definitivo a la vida militar, Bruno ha decidido guardar su arma en una caja de madera que posee desde que murió su madre y que usa como caja fuerte para guardar los más íntimos recuerdos que posee de ella.

 Por las noches, Bruno va hasta la taberna para acompañar a Lucía de regreso a casa y mientras llega esa hora, toma su saxofón y practica durante un rato de pie junto a la ventana de la pequeña sala, frente a un trípode en donde coloca algunas partituras que interpreta una y otra vez.

Bruno ha sido fanático de la música desde niño cuando acudió a la escuela de música del maestro Rigoletto por sugerencia de su difunta madre y en contra de la voluntad de su padre.

 El maestro Rigoletto era un anciano músico de la calle que con el tiempo logró hacerse con un poco de dinero y montó la escuela con el fin de ayudar a los niños de la calle y demostrarles que existían otras formas de salir de la pobreza y que la música podía ser una de ellas.

 En las últimas semanas, Bruno ha recorrido casi toda la ciudad en busca de trabajo sin haber logrado encontrar nada. Esta noche se encuentra reunido con unos amigos en La Taberna del Mexicano, esperando que sea la hora de salida de Lucía para acompañarla a la casa.

 Jareth Collins, un amigo en común de Bruno y Lucía se encuentra en el grupo junto a su esposa Alice y le pregunta:

 

—Bruno, ¿Qué has pensado hacer con tu vida?

—¿A qué te refieres? —responde Bruno.

—Me refiero a si has buscado trabajo, si estás pensando hacer algo por tu cuenta.

—Por supuesto que he buscado trabajo, pero al parecer nadie necesita a un exmilitar.

 

—No es solo eso, amigo... es que la situación económica está un poco difícil para las empresas —comenta Patch, otro de los amigos allí reunidos.

—Debo encontrar algo que hacer rápido, no puedo seguir viviendo del salario de Lucía —expone Bruno.

—¿No has pensado en pedirle ayuda a tu padre? —pregunta Emma, una buena amiga de la infancia de Bruno y actualmente novia de Patch.

—No Emma, eso nunca lo haría.

 

Jenny, la dueña de la taberna que también se encuentra en el grupo y ha estado escuchando atenta la conversación comenta:

 

—Bruno, yo podría ofrecerte un trabajo aquí como personal de seguridad, pero no podría pagarte mucho.

—No Jenny, eres muy amable, pero no quisiera ser una responsabilidad para ti.

—De ninguna manera, tú sabes que Lucía es como una hermana para mí.

—Lo sé, pero es mejor no mezclar las cosas —insiste Bruno.

—En la escuela de nuestro hijo están buscando un maestro de música —comenta sorpresivamente Alice.

—Es cierto —replica Jareth— yo podría hablar con la directora para que te conceda una entrevista.

—¿Crees que puedas ayudarme en eso? —pregunta Bruno.

—Por supuesto, la directora es muy buena persona y tienen ya mucho tiempo sin maestro de música, estoy seguro que aceptará gustosa entrevistarte.

—Entonces no se diga más, habla con la directora y que sea lo que Dios quiera.

—No te preocupes amigo, mañana mismo hablaré con ella.

 

A la mañana siguiente, tal como lo prometiera, Jareth habla con la directora de la escuela y le plantea la posibilidad de que entreviste a su amigo Bruno para el puesto de maestro de música y ella en vista de la necesidad, acepta sin problemas.  De inmediato Jareth llama por teléfono a Bruno y le comunica la noticia, indicándole que debe ir a la escuela esa misma tarde para hablar con la directora.

 Esa tarde, muy temprano, Bruno llega a la escuela East Shores Elementary y luego de identificarse solicita al portero le indique la ubicación de la oficina de la directora.  El portero de la escuela, un hombre mayor, muy amablemente le indica con la mano la ruta que debe seguir junto con algunas indicaciones que guían perfectamente a Bruno hasta la puerta de la oficina de la dirección.  Antes de que Bruno pudiera tocar la puerta, esta se abre y aparece en ella una mujer de unos 45 años, alta y blanca, de cabello muy corto y negro que al verlo frente a ella le pregunta:

—Buenas tardes, ¿puedo ayudarle en algo?

—Buenas, soy Bruno Rossi, vengo por la vacante para maestro de música.

—Ah si claro, por favor pase adelante y siéntese, yo soy Kate Anderson, la directora de esta escuela.

—Mucho gusto, es un placer conocerla —comenta Bruno.

 

La entrevista, más que tal, se convirtió en una amena conversación, luego de que Bruno le dijera a la directora que era un exmilitar y que había estudiado música desde muy joven en varias escuelas especializadas hasta que se enlistó.

 

—Muy bien señor Rossi, creo que no encuentro ninguna objeción, sus documentos están en regla y dada la imperiosa necesidad que tenemos debo darle la bienvenida a la escuela East Shores Elementary.

—Muchas gracias señora Anderson.

—Por favor, puede llamarme Kate con confianza.

—Bien Kate, ¿Cuándo debo empezar?

—Por mí, ahora mismo, pero imagino que usted querrá preparar algún material antes y como hoy es jueves, creo que sería mejor que empezara el próximo lunes.

—Perfecto Kate, entonces nos veremos el próximo lunes —concluye Bruno poniéndose de pie para estrechar la mano de la directora en señal de conformidad antes de abandonar la oficina.

De regreso a su casa, Bruno busca a Lucía en la habitación que está terminando de arreglase para ir a trabajar.

 

—¡Lucía, amor!

—¿Qué ocurre Bruno? ¿Por qué vienes tan excitado? —pregunta Lucía.

—Amor, encontré trabajo, soy el nuevo maestro de música de la escuela East Shores Elementary.

—¡Que bueno! —expresa Lucía mientras abraza y besa a su esposo.

—Lo mejor es que si todo marcha bien, no tendrás que seguir trabajando en la taberna.

—No Bruno, yo no puedo vivir siendo mantenida por ti, además no puedo dejar sola a Jenny que ha sido tan fiel conmigo.

—Entiendo, pero tampoco es que debas dejar tu trabajo ahora mismo.

—Lo se amor, pero quiero que entiendas que Jenny es como mi hermana y fue la única que me acogió cuando llegué a esta ciudad y desde entonces; si se quiere, ha cuidado de mí.

—Lo sé, y se lo agradezco mucho.

—Bien, ya debo irme al trabajo... ¿irás por mí en la noche?

—Claro que sí, nos vemos más tarde.

 

Lucía se despide con un cariñoso beso y sale de la habitación para tomar sus cosas y dirigirse a la taberna como todos los días.


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